Mi vulnerabilidad

 Tengo ganas de sentirme vulnerable. Bajar mis defensas, mis escudos, mis armas y ponerme a llorar un par de horas, quizá el llanto me dure más de nueve días.

Si, leíste bien, Tal vez me dure mas de nueve días pues tiene mucho tiempo que no me dejo sentir vulnerable.

 Tengo ganas de esconderme de bajo de algunos brazos fuertes y firmes, aunque pasajeros, acurrucarme en alguna cama cálida y caliente una noche. Fingir inocencia y ternura para recibir algunos mimos o incluso pretender ser ingenua para que intenten hablarme de amor y dejar que me endulcen el oído un rato.

Contar mi estúpida historia de amor para que algún valiente y cordial caballero me vea tan vulnerable y sola con la intención de protegerme y yo por un ratito, solo por un ratito dejarme, y después de decirme, pobre niña tan buena y dulce que haz sido darnos unos besos de amor fingido que terminan en éxtasis, despedirnos; abrir mi pecho y sacar mi cajita de cristal, sentir los latidos de mi alma y recordar “porque no suelo dejar libre mi vulnerabilidad”.