No sé a quién culpa por las cosas que me pasan, pero
sinceramente no entiendo, ¡yo no entiendo!
A tu mi Señor, no puedo reprocharte nada, pues entiendo que tus
planes son mejores que los míos, acepto tu voluntad a un acosta de la mía, ¡pero
no entiendo!
He estado en la tormenta, mi barco ha estado en lo más profundo
del mar e incluso me he caído y golpeado en lo profundo del mismo con esas olas
gigantes, luego llego a la orilla. Me dejas descansar en a arena, me curas las
heridas que han quedado en mí. Me dejas construir mi casa en esa playa serena y
aun teniendo miedo al mar, me dejas creer que ya lo malo paso y comienzo a
creer, creer que en la vida ya nada puede pasar pues de tu mano ya pasé la
oscuridad ¿y de repente qué?
¡No lo entiendo! ¡Papá Dios,
no entiendo!
Y nuevamente te digo que no reprocho nada pues tus planes son
mejores que los míos y no suelto de tu mano, pero ya en la playa me doy cuenta de
que solo he estado en medio de un tornado, que la calma solo dura unos días. Que
el tornado zarandeo mi casa, se llevo mis cosas, lo que creí que era vida y me
lleva nuevamente al mar… ¡No lo entiendo!
El mar me zarandea más fuerte, tan fuerte que me hace dudar, de
ti no Padre Santo, pero me hace dudar de mí, de mi capacidad de mantenerme de pie
y con fuerza… pero no te suelto, aunque no lo entienda no te suelto.
Una tras otra las olas golpean, aunque hay personas cercanas no
saben como ayudarme, y eso también hunde. A veces uno se siente tan cansado de
estar en el agua que añora una mano fuerte que lo saque como quizá uno lo haría,
pero no pasa.
Y sigo sin entender Padre mío porque estando en la playa después
de estar en ese mar me haces regresar, pero lo acepto, porque tus planes son
mejores que los míos y no te suelto. Porque pese a regresar a ese mar golpeador
lleno de tristeza Tú en mi me das la esperanza de llegar a esa playa, aunque
sea por poco tiempo dejaras que mi alma descanse y camine descalza por la arena…
aunque no entienda otra vez si me regresas por milésima vez al mar.